Se analizan las tendencias de la incorporación de la mujer a la producción, a través del trabajo a domicilio, como resultado de la descentralización de las actividades productivas, que responde a una estrategia del capital comercial o industrial. Cuestiona los enfoques dominantes que enfatizan el contexto familiar o doméstico y dejan a un lado los factores yc aracterísticas de la demanda laboral. Analiza los conceptos de "marginalidad" y "sector informal", precisando el carácter vago y confuso de esos conceptos cuyo alcance es meramente descriptivo y no explicativo. Destaca que los procesos domiciliarios de producción, llamados por algunos autores los "nuevos" procesos de flexibilización productiva, sólo son procesos para la desreglamentación laboral, colocándola en un libre juego de oferta y demanda. En este proceso la utilización de la fuerza de trabajo femenina responde a los mecanismo de acumulación de capital, debido a su escasa organización y por lo tanto menos capacidad de negociación de sus condiciones de trabajo.
top of page
Buscar
La Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, celebrada en El Cairo en 1994, recibió un amplio mandato sobre los asuntos vinculados con el desarrollo, que se materializó en los principios que sustentan su Programa de Acción (PA-CIPD), diseñado con un horizonte de 20 años, lo que implica que su plazo formal expira en 2014. Su ejecución se ha evaluado quinquenalmente, y es precisamente en este marco que se ha elaborado este documento, que se propone dar cuenta de los avances, limitaciones y asignaturas pendientes en la implementación del PA-CIPD y su relación con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) en América Latina, a 15 años de su aprobación. También procura delinear perspectivas para el futuro, señalando los desafíos que la región enfrentará, tanto por no haber alcanzado los objetivos establecidos como por la aparición de nuevas problemáticas.
Como problemática, el tema del desarrollo social estuvo en el centro de las preocupaciones que dieron forma y sentido al proyecto de modernidad y a la noción de progreso asociada a dicho desarrollo, en tanto posibilidad de realización humana planteada en los siglos XVIII y XIX, o quizá mucho antes.1 En sus orígenes, la idea de desarrollo estuvo marcada por la ruptura con los sistemas de valores, saberes y certezas orientados a la conquista y colonización del futuro. Aunque el origen del concepto se suele ubicar en la etapa posterior a la Segunda Guerra Mundial, su historia es más remota y está vinculada con el desarrollo del sistema capitalista.2 Fue en ese marco que se “inventó” el desarrollo como alternativa viable y deseable, y a través de la política de dominación hegemónica de Estados Unidos, se universalizó
bottom of page