En México, como en otros países que adoptaron el modelo económico neoliberal, la dinámica estructuralmente adversa de los mercados de trabajo parece responder cada vez más a razones de abaratamiento de los costos de la mano de obra que a las expectativas de la oferta, particularmente conformada por jóvenes, profesionistas o no, en circunstancias en las que la escolaridad resulta cada vez más devaluada y no necesariamente representa una ventaja para el acceso al mercado laboral. En este entorno, la afirmación de que “una sociedad sin la suficiente educación no tiene futuro”, es totalmente válida pero incompleta; tampoco lo tendrá si su recurso humano más valioso conformado por los jóvenes egresados de las escuelas y universidades, supuestamente más calificados, capacitados y competentes para su desempeño profesional, terminan siendo excluidos del mercado de trabajo, desempleados, relegados en actividades informales y precarias o en el desaliento laboral. Este artículo intenta responder a la interrogante sobre la medida en que los niveles de escolaridad y formación profesional inciden en la participación de la fuerza de trabajo, en el empleo y en los niveles de ingreso de los jóvenes en México y Tlaxcala.
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